jueves, 28 de octubre de 2010

Pero si tuviese un paraguas...

Non, monsieur, je n'ai pas le parapluie.
Podía irse a la puta que lo parió.
Y así fue como mi amante, mon amour, abandonó lo último que le devolvía los pies al suelo:

Había tirado el cigarrillo al suelo, aplastándolo con el zapato, y después de un momento, apartando apenas un hombro, había hablado en voz muy baja, anunciando irrevocablemente que se borraba del Club y que el Club, empezando por él y siguiendo con todos los demás, podía irse a la puta que lo parió.

Don't acte.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Dónde estarás, dónde estaremos hoy

Pero que hermosa estabas en la ventana.
Mirá si soy monstruoso, qué tengo yo para jactarme, ni a vos te tengo ya, porque estaba bien decidido que tenía que perderte (ni siquiera perderte, antes hubiera tenido que ganarte) Y así nos ibamos acercando a eso que tenía que ocurrirnos un día cuando vos comprendieras plenamente que yo no te iba a dar más que una parte de mi tiempo y de mi vida, y no absorverme entero, que creo que era eso lo que querías. Pero qué hermosa estabas en la ventana, con el gris del cielo posado en una mejilla, las manos teniendo el libro, la boca siempre un poco ávida, los ojos dudosos. Había tanto tiempo perdido en vos, eras de tal manera... El molde de lo que hubieras podiddo ser bajo otras estrellas, que tomarte en los brazos y hacerte el amor se volvían una tarea demasiado tierna, y ahí me engañaba yo, me dejaba caer en el imbécil orgullo del intelectual que se cree equipado para entender después.

Oí, esto sólo para vos, para que no se lo cuentes a nadie. Maga, el molde hueco era yo, vos temblabas, libre y pura, es dulce decírtelo con las palabras que te fascinaban porque no creías que existieran fuera de los poemas. Dónde estarás, dónde estaremos hoy, dos puntos en el universo inexplicable, cerca o lejos, dos puntos que crean una línea, dos puntos que se alejan y se acercan, estamos componiendo una figura, vos un punto en alguna parte, yo otro en alguna parte.
Vamos componiendo una figura absurda, dibujamos con nuestros movimientos una figura idéntica a la que dibujan las moscas cuando vuelan en una pieza, de aquí para allá, bruscamente dan media vuelta, de allá para aquí, un ángulo recto, una línea que sube, de aquí para allá, del fondo al centro...

martes, 26 de octubre de 2010

No iba a tener lástima por mí

Reacción de mi amante al leer la carta que escribí a mi hijo:

"Me ha dejado solo a propósito. A lo mejor está en la escalera, escuchando como un sádico. Nunca me propuse la felicidad, no es una excusa ni una justificación, ¿por qué le voy a tener lástima? ¿Porque encuentro una cartaa su hijo que en ralidad es un carta para mí? Ninguna razón para la lástima.
Y patatí y patatá
Allí donde esté tiene el pelo ardiendo como una torre y me quema desde lejos, me hace pedazos nada más que con suausencia. Y patatí y patatá. Se va a arreglar perfectamente sin mí y sin su hijo. Estará mirando una mosca azul, preciosa, volando al sol, golpeándose alguna vez contra un vidrio... Zas, le sangra la nariz, una tragedia. Dos minutos después tan contenta, comprándose una figurita en la papelería y corriendo a meterla en un sobre y mandársela a una de sus vagas amigas ¿Cómo le puedo tener lástima a una gata, a una leona? Mi culpa no es haber sido bastante combustible para que a ella se le calentaran a gusto las manos y los pies."

No, no me amaba, como bien decía.

lunes, 25 de octubre de 2010

Y también buscarás como un gran tonto

Carta de la Maga a su hijo

Bebé, mon bebé:
Te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble. De vez en cuando tengo que secarme las lágrimas ¿Por qué, bebé? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me quemó la cena que le había preparado. Ya sabrás a quién. Ya sabrás quién es él. Es el que en el domingo te llevó el conejito de terciopelo, te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso... Algún día comprenderás.
Hay una cosa que se llama tiempo, es como
un bicho que anda y anda.
Es idiota llorar así porque se me ha estropeado la cena. La pieza está llena de comida, te divertirías si vieras los pedazos de remolacha y la crema, todo tirado por el suelo. Menos mal que cuando venga ya habré limpiado, pero primero tenía que escribirte.
Hijo, la señora que me da canto no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, y eso me da miedo. Cuando se lo conté al señor del conejito se reía mucho, pero no se da cuenta de que yo lo siento, y que aunque no haya ningún animal  que esconda las manos, yo lo siento, no sé lo que siento, no lo puedo explicar. Todo es tan raro, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz al decir tu nombre y te reís, pero la mujer que me da canto nunca te llama por tu nombre, te dice l'enfant.
Hay una cosa que se llama tiempo, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, pero quiero decir que legará en seguida ¿Le dejo leer mi carta para que él también diga alguna cosa? No, yo tampoco querría que nadie leyera una carta que es solamente para mí.
Pero ellos que todo lo entienden tan bien
no te puden entender a ti y a mí
Ya no lloro más, estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, necesito tanto tiempo para entender un poco eso que los demás entienden en seguida, pero ellos que todo lo entienden tan bien no te pueden entender a ti y a mí. No entienden que yo no puedo tenerte conmigo, no entienden y en realidad no les importa, y a mí que tanto me importa solamente sé que no te puedo tener conmigo, que es malo para los dos, que tengo que estar sola con él, vivir con él, quién sabe hasta cuanto ayudándolo a buscar lo que él busca y también buscarás tú, porque serás un hombre y también buscarás como un gran tonto.

domingo, 24 de octubre de 2010

Está mejor en el fondo del río que en tu cama

-En realidad podríamos haber sido amigos si hubiera algo de humano en vos. Me sospecho que Lucía te lo ha dicho mas de una vez.
-Cada cinco minutos exactamente. Pero la Maga, ¿por qué no se quedó con vos que resplandecés humanidad?
En realidad podríamos haber sido amigos
-Porque no me quiere. Porque se hace daño amándole a vos. Hay de todo en la humanidad. Y Lucía está mejor en el fondo del río que en tu cama.

Tristes tropiques



Entonces, para pasar el tiempo, se pescan peces no comestibles; para impedir que se pudran, a lo largo de las playas se han distribuido carteles en los cuales se ordena a los pescadores que los entierren en la arena apenas sacados del agua.
Apenas sacados del agua

CLAUDE LEVI-STRAUSS, Tristes tropiques

sábado, 23 de octubre de 2010

Sólo a la Maga

"Yo no sabía si aceptar, pero ella insistió."
-Así que se fue -dijo mi amante-. Y te dejó la pieza.
-Ella sabía que yo estaba pasando por una situación delicada, mi tía ha dejado de mandarme la pensión, probablemente ha fallecido. Lucía me ofreció compartir el cuarto después de que vos anunciaste que te ibas. Yo no sabía si aceptar, pero ella insistió.
-No encaja demasiado con su partida.
-Pero eso era antes del fallecimiento de su hijo. Es muy triste, todo podía haber sido tan diferente...
-No te quejés viejo. Una pieza de cuatro por tres cincuenta, a cinco mil francos mensuales con agua corriente...
-Yo desearía que la situación se aclarara entre nosotros... Esta pieza...
-No es mía, dormí tranquilo.
-La Maga se ha ido.
-¿Adónde?

La Maga se ha ido
Lo soltó de repente, como cuando te inyectan una vacuna, sólo después de sacar la aguja duele. Mi amante se sofocó, los sintomas aparecieron después de la pregunta, le resultó chiste al principio o broma como símbolo de venganza, pero poco podían ganar embarrándole. Aunque eso es justo lo que mi amigo el extranjero hubiese querido hacer.
-Habló de Montevideo.
-No tiene plata para eso.
-No tengo la menor idea, amigo. El viernes llenó la valija con libros y ropa, vinieron dos negros y se llevaron el equipaje. Me dijo que podía quedarme aquí, y como lloraba todo el tiempo no creas que era fácil hablar.
-Me dan ganas de romperte la cara.
"Entendé que nunca la quisiste, o eso es lo que decías."
Y de verdad lo quería. Le parecía un sueño, o que esto ya lo había vivido... Hubiese pagado mucho por ver su cara en ese momento. Todo le parecía una mentira, y se le ocurrían varias tesis; que me había violado y matado, que mi amigo no quería que me volviese a ver... Y eso era un poco lo que pasaba.
-¿Qué culpa tengo yo?
-No es por cuestión de culpa, che. Sos asqueroso y simpático a la vez, un lameculos metafísico.
-Pero, ¿para qué la buscás ahora?
-Explicá eso de "ahora".
-Venga hombre, entendé que nunca la quisiste, o eso es lo que decías siempre. Pero si no la hubieses querido ahora no estarías intentando encontrarla, ni mucho menos estarías blanco de delirio. La querías y la has perdido. Ella lloraba, vivía por pensar en vos y para pensar en vos. Se imaginaba todo el tiempo que vos estabas con la otra.
-Yo no tengo otra. Yo no tengo nada. Yo sólo tuve a la Maga.

La guitarra en el ropero / para siempre está colgada...
Nadie en ella toca nada / ni hace sus cuerdas sonar.

A veces le da por ahí

Andaban en la escalera.
-A lo mejor es él
-A lo mejor -dijo la Maga-. Más bien parecería el relojero del sexto piso, siempre vuelve tarde ¿A usted no le gustaría escuchar música?

No quería verle, sabía a la perfección que era él el que estaba sentado en el rellano, apoyando la espalda contra la puerta de la pieza. Estaba nerviosa, por eso la música. No convenía por el niño, que ya por fin había quedado dormido hasta mañana, y tampoco por el viejo loco de arriba, empezaría a dar golpes hasta hacernos callar. Se oían suspiros detrás de la puerta

¿A usted no le gustaría escuchar música?

-¿Es él o no es él?
-No sé... A lo mejor se ha sentado ahí afuera, a veces le da por ahí. A veces llega hasta la puerta y cambia de idea. Andá, encienda el tocadiscos.

martes, 19 de octubre de 2010

Al fin y al cabo, no nos hemos querido bien

-Yo sé más de ella que él.
-¿Sin haberla visto nunca, Lucía?
-Pero sí, la he visto tanto... Él la traía metida en el pelo, en él sobretodo, temblaba de ella, se lavaba de ella.
-Se puede avanzar en el conocimiento siempre que en un momento dado se lograra un coeficiente tal de amor que el espíritu cristalizara bruscamente en otro plano, se instalara en una subrealidad. Es un proverbio chino. ¿Usted qué cree, Lucía?
Una no puede querer a nadie de verdad
-Supongo que buscamos algo así, pero casi siempre nos estafan o estafamos. Todos estamos perdidamente enamorados pero hay algo verde, una especie de musgo, qué sé yo. Una no puede querer de verdad a nadie, enseguida hay cosas raras, historias de sábanas o pelos, y para una mujer tantas otras cosas...
-Amor, sexualidad... ¿Hablamos de lo mismo?
-Sí, si hablamos de amor hablamos de sexualidad, al revés no tanto. Pero la sexualidad es otra cosa que el sexo, me parece.
-Probablemente su amante buscó en la otra algo que usted no le daba, supongo.
-Ella no es la otra, yo tampoco. Él no tiene ni unas ni otras, cree ser el poseedor de cada una de ellas y no quiere reconocerlo, no se quiere hacer cargo. Él sólo tiene una al lado de la otra, en fila, y eso me da miedo, estar en esa lista interminable de "otras y unas". Él busca siempre un montón de cosas. Se cansa de mí porque yo no sé pensar, eso es todo. Me imagino que las demás piensan todo el tiempo.
-Pobre amor el que de pensamiento se alimenta.
-Hay que ser justos. Ella es muy hermosa, más que yo. Lo sé por los ojos con los que me miraba cuando volvía de estar con ella, volvía como un fósforo cuando se lo prende y le crece de golpe todo el pelo, apenas dura un segundo pero es maravilloso. Él volvía así y era porque ella lo llenaba de hermosura. Yo se lo decía, y era justo que se lo dijera. Ya estábamos un poco lejos aunque nos queríamos todavía. Esas cosas no suceden de golpe, ella llegó como el sol en la ventana, necesito metáforas para saber que no miento.
-Nunca hubiera creído. Me pareció que usted... En fin que ella pasaría como algunas cosas.
-Tampoco sabe cómo terminó.
-No.
...y esta noche que no se acaba nunca
-Ella va a morir. No por el voodoo que le practiqué, eso era una broma aunque lo hice muy enserio. Se va a morir de cáncer de pecho.
-Y vuestro amante...
-No sea asqueroso, no sabía nada cuando lo dejó con ella...
-Por favor Lucía, yo...
-Usted sabe muy bien lo que está queriendo decir. No sea canalla, no insinúe siquiera eso.
-¿Pero qué?
-¿Qué gana embarrándole? ¿No sabe que estamos separados, que se ha ido por ahí con esta lluvia?
-No pretendo nada. Yo no soy así Lucía, usted se pasa la vida malentendendiéndome.
-Déjeme en paz. Primero ella, luego usted. Todas esas manchas en las paredes, y esta noche que no se acaba... Usted sería capaz de pensar que yo la estoy matando.
-Jamás se me cruzaría por la imaginación.
-Basta. Él no me lo perdonaría nunca, aunque no esté enamorado de ella, ni de mí. Él sabe lo de la muñeca porque la vio y vio los alfileres. La tiró al suelo, la aplastó con el pie. Y eso que aumenta el riesgo. Me contó que se acostaba con ella y entonces yo comprendí que a él no le parecía necesario que yo me enfadase, yo también podría acotarme con usted ahora mismo, si me diera la gana. Es muy difícil de explicar. No se trata de traiciones y cosas por el estilo. Tengo que reconocer que desde que nos conocimos me dijo que él no se consideraba obligado. Al fin y al cabo, no nos hemos querido bien.

lunes, 18 de octubre de 2010

Y no me gustaba

Que si merezco alguien menos así y un poco más asá
Yo había encendido otro cigarro y canturreaba. Estaba tan cansada que ni me dio rabia no entender la frase; "en el fondo París es una enorme metáfora". Como no pregunté, como hago de costumbre, me empezó a explicar. Escuchaba desde lejos ayudada por la oscuridad de la pieza y el tabaco. Estábamos solos, no tenía ganas, ni miedo. Oía cosas sueltas, la mención repetida de mi amante, que si no va a volver, que si es cruel conmigo, que si merezco alguien menos así y un poco más asá. Notaba fuertes mensajes subliminales, como queriendome pedir un abrazo, una caricia, un beso, desnudos y en la cama. Y no me gustaba. Y no había razones para creer que todo eso que oía en el aire podía alcanzar algún sentido. Por lo menos alguna frase se dibujaba en la sombra, verde o blanca, a veces amarilla...

domingo, 17 de octubre de 2010

De la nariz como límite del mundo

-Pero el amor también podría ser eso -le dijo a la Maga-. Qué maravilla estar admirando a los peces en su pecera y de golpe verlos pasar al aire libre, irse como palomas. Una esperanza idiota, claro. Todos retrocedemos por miedo de frotarnos la nariz contra algo desagradable. De la nariz como límite del mundo, tema de deserción ¿Usted sabe cómo se le enseña a un gato a no ensuciar las habitaciones? Técnica el frotado oportuno. ¿Usted sabe cómo se le enseña a un cerdo a que no se coma la trufa? Un palo en la nariz. Yo creo que Pascal era más experto en narices de lo que hace suponer su famosa reflexión egipcia.
-¿Pascal? -dijo la Maga-. ¿Qué reflexión egipcia?
Después de él poco podían importarme los demás

Suspiró. Todos suspiran cuando hago alguna pregunta. Mi amante y sobre todo una amiga, porque no solamente suspiraba sino que resoplaba y bufaba y me trataba de estúpida. "Es tan violeta ser ignorante", pensé resentida. Cada vez que alguien se escandaliza de mis preguntas, una sensación violeta, una masa violeta envolviéndome por un momento. Había que respirar profundamente y el violeta se deshacía, se iba por ahí como los peces. Ya casi no me importaba su suspiro, después de él, del que yo más he amado nunca de una manera tan sana al principio, corrompida al final; poco podían importarme los suspiros de nadie cuando hacía una pregunta. Pero de todos modos siempre quedaba la mancha violeta por un momento, ganas de llorar, algo que duraba el tiempo de sacudir el cigarrillo con ese gesto que estropea irresistiblemente las alfombras, suponiendo que las haya.

¿No va a volver?

Yo no me sé expresar. A lo mejor otras podrían explicarlo mejor, pero yo siempre he sido igual, es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres. Lo que pasa es que la felicidad es solamente de uno y en cambio la desgracia parecería de todos.
 
¿Cuándo se conocieron?
-Su novio, ¿no va a volver?
-No. Se va a ir por ahí, buscando cosas.
-No llore, Lucía.
-Me estoy sonando. Parece que ya se le ha pasado el hipo... La cuna está tranquila
-Cuénteme, Lucía, si le hace bien.
-No me acuerdo de nada, no vale la pena. Sí, me acuerdo ¿Para qué? Qué nombre tan extraño el de su madre...
-Sí, quién sabe si era el verdadero. Me han dicho...
-Como la peluca rubia y la peluca negra.
-Como todo -me dijo asustado entre un suspiro-. Es cierto, se le ha pasado el hipo. Ahora va a dormir hasta mañana. ¿Cuándo se conocieron usted y su novio?

viernes, 15 de octubre de 2010

Que me quitaban las ganas de seguir

"Las opiniones eran que el viejo se había resbalado, que el auto había "quemado" la luz roja, que el viejo había querido suicidarse, que todo estaba cada vez peor, que el tráfico era monstruoso, que el viejo no tenía la culpa, que el viejo tenía la culpa, que los frenos del auto no andaban bien, que el viejo era de una imprudencia temeraria, que la vida estaba cada vez más cara, que había demasiados extranjeros en París que no entendían las leyes del tráfico y les quitaban el trabajo a los franceses."
Las opiniones

Mis opiniones eran que yo había dado un mal tropiezo con él, que él se había "quemado" demasiado, que yo no había querido esto, que todo estaba cada vez peor, que él era monstruoso, que yo no tenía la culpa, que yo sí tenía la culpa, que él quiso frenar después de tiempo, que yo tengo una imprudencia temeraria, que mi vida estaba cada vez más cara, que había demasiadas complicaciones en esto que no entendían de razones ni de sentimientos y que me quitaban las ganas de seguir.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Eche veinte centavos en la ranura


Il verse son vitriol entre les euisses des
faubourgs
  
"Me apasiona el hoy pero siempre desde el ayer, y es así cómo a mi edad el pasado se vuelve presente y el presente es un extraño y confuso futuro donde chicos y muchachas beben sus cafés crème y se acarician con una lenta gracia de gatos.

¿Qué le voy a hacer? En mitad del gran desorden me sigo creyendo veleta, al final de tanta vuelta hay que señalar un norte, un sur. Decir de alguien que es un veleta prueba poca imaginación: se ven las vueltas pero no la intención, la punta de la flecha que busca incarse y permanecer en el río del viento.



Si quiere ver la vida color de rosa / Eche veinte centavos en la ranura...
 

Et pour courir le guilledou
Y vos estarás cuidando a tu hijo llorando de a ratos y aquí hay un sol amarillo que no calienta. A lo mejor escuchás música de cámara, probablemente Mozart, o has puesto un disco muy bajo para no despertarle. Y me parece que no te das demasiado cuenta que tu hijo estaría mejor en el hospital... Pero ya no te puedo hablar de esas cosas, digamos que todo se acabó y que yo ando por ahí vagando, dando vueltas, buscando el norte, el sur, si es lo que busco. Si es eso lo que busco. Pero si no lo busco, ¿qué es esto? Oh mi amor, me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás.



Qui ouvrent grandes les portes du futur
 Y por qué no, por qué no había que buscar a la Maga, tantas veces me había bastado asomarme y apenas la luz de ceniza y oliva que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas y a su silueta delgada... Por qué no había que amar a la Maga y poseerla bajo decenas de cielos rasos a seiscientos francos, en camas con cobertores deshilachados y rancios, si en esa vertiginosa rayuela, en esa carrera de embolsados yo me reconocía y me nombraba.

No, viejo, eso se hace más bien del otro lado del mar, que no conocés. Hace rato que no me acuesto con las palabras. Las sigo usando, como voy y como todos, pero las cepillo muchísimo antes de ponérmelas. Desconfías y comprendo. Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario."

martes, 12 de octubre de 2010

No hables por mí

Desde que te conocí no he tenido otro amante
-Siempre me sospeché que acabarías acostándote con él -me dijo-. Por favor lavate las manos bien y sacá toda esa porquería de ahí.
-Enseguida -dijo la Maga
-En fin. De todos modos me podían haber avisado. Ahora voy a tener seiscientos francos de taxi para llevarme mis cosas a otro lado. Y conseguir una pieza, que no es fácil.
-No tenés por qué irte ¿hasta cuándo vas a seguir imaginando falsedades?
-Imaginando falsedades.
-Ya no llora más -dijo la Maga de su hijo enfermo-. Hablemos bajo, va a dormir muy bien con la aspirina. Yo no me he acostado para nada con nadie.
-Oh, sí que te has acostado
-No. ¿Por qué no te lo iba a decir? Desde que te conocí no he tenido otro amante que vos. No me importa si lo digo mal y te hacen reír mis palabras. No sé decir lo que siento.
-Bueno, bueno. Será que tu hijo te cambia.
-Pero mi hijo está enfermo.
-A mí los cambios me parecieron de otro orden. En realidad ya no nos aguantamos demasiado.
-Vos sos el que no me aguanta. Vos sos el que no aguantás a mi hijo.
-Eso es cierto, el chico no entraba en mis cálculos. Tres es mal número dentro de una pieza. Pensar que con el odioso extranjero somo cuatro, es insoportable.
-Él no tiene nada que ver. ¿Por qué me hacés sufrir, bobo? Ya sé que estás cansado, que no me querés más. Nunca me quisiste, era otra cosa, una manera de soñar. Andate, no tenés por qué quedarte. A mí ya me ha pasado tantas veces...
-Conocerte y oír enseguida la historia del negro es todo uno.
-Tengo que decirlo, vos no comprendés.
-No lo comprenderé pero es fatal.
Sos maravillosa, con vuestro hijo y todo.
-Yo creo que tengo que decirlo aunque sea fatal. Es justo que uno le diga a un hombre cómo ha vivido, si lo quiere. Hablo de vos, no de él. Vos me podías contar o no de tus amigas, pero yo tenía que decirte todo. Sabés, es la única manera de hacerlos irse antes de empezar a querer a otro hombre, la única manera de que pasen al otro lado de la puerta y nos dejen a los dos solos en la pieza.
-Primero el negro.
-Sí, primero el negro. Después Ledesma.
-Ledesma, claro.
-Y los tres del callejón, la noche del carnaval.
-Por delante
-Y monsieur Vincent, el hermano del hotelero
-Por detrás
-Y un soldado que lloraba en un parque
-Por delante.
-Y vos.
-Por detrás. Pero eso de ponerme a mí en la lista estando yo presente es como una confirmación de mis lúgubres premoniciones. En realidad la lista completa se las habrás tenido que recitar al otro.
-No hay otro. Es casi como si me hubieras pegado... A mí no me importa pero...
-Por suerte te importa. Si no me estuvieras mirando así te despreciaría. Sos maravillosa, con vuestro hijo y todo.
-De qué me sirve que me digas eso...
-A mí me sirve.

-Nunca nos quisimos -le dijo besándola en el cuello.
-No hablés por mí -dijo la Maga cerrando los ojos-. Vos no podés saber si yo te quiero o no. Ni si quiera eso podés saber.
-¿Tan ciego me creés?
-Al contrario, te haría tanto bien quedarte un poco ciego.

lunes, 11 de octubre de 2010

La torpeza de la Maga

-Yo creo que te comprendo -dije acariciándole el pelo-. Vos buscás algo que no sabés lo que es. Yo también y tampoco sé lo que es. Pero son dos cosas diferentes. Vos sos más bien un Mondrian y yo un Vieira da Silva
-Querés decir un espíritu lleno de rigor.
-Yo digo un Mondrian.
-¿Y no se te ha ocurrido sospechar que detrás de ese Mondrian puede empezar una realidad Vieira da Silva?
Claro que ya lo había pensado... Esa realidad era yo:
-Oh sí, pero vos hasta ahora no te has salido de la realidad Mondrian. Tenés miedo, querés estar seguro. No sé de qué... Sos como un médico, no como un poeta. Mondrian es una maravilla pero sin aire. Yo me ahogo un poco ahí adentro. Y cuando vos empezás a decir que habría que encontrar la unidad, yo entonces veo cosas muy hermosas pero muertas, flores disecadas y cosas así.
-Vamos a ver, Lucia: ¿vos sabés bien lo que es la unidad?
-Me llamo Lucía pero vos no tenés que llamarme así. La unidad... Vos querés decir que todo se junte en tu vida para que puedas verlo al mismo tiempo ¿Es así, no?
-Más o menos. Es increíble lo que te cuesta captar las nociones abstractas. Unidad, pluralidad... ¿No sos capaz de sentirlo sin necesidad de ejemplos? No, no sos capaz. En fin, tu vida; ¿es una unidad para vos?
-No, no creo. Son pedazos de cosas que me fueron pasando.
-Pero vos a tu vez pasaban por esas cosas como el hilo por esas piedras verdes. Y ya que hablamos de piedras, ¿de dónde sale ese collar?
-Me lo regaló el extranjero -dije, algo asustada, pero queriendo demostrar seguridad.

Siempre supe que se acostaría con alguien

Oliveira cebó despacio el mate. La Maga fue hasta la cama que les habían prestado para poder tener en la pieza a su hijo enfermo, ya no quedaba casi espacio para vivir, pero cualquiera convencía a la Maga de que se curaría mejor en el hospital de niños. A su novio le horrorizaba la torpeza de la Maga para fajar y desfajar a su hijo, sus cantos insoportables para distraerlo, el olor que cada tanto venía de la cama baja, los algodones, los berridos, la estúpida seguridad que parecía tener la Maga de que no era nada, que lo que hacía por su hijo era lo que había que hacer y que se curaría en dos o tres días. "Siempre supe que se acostaría con alguien" pensó, podrido en su "pureza".

domingo, 10 de octubre de 2010

Las palabras para el amante

Porque él, las palabras... Es decir que las palabras para él... Cuestión ya masticada en muchos momentos de insomnio:
Andá al hotel, date un baño, leé...
"Llevarse de la mano a la Maga, llevársela bajo la lluvia como si fuera el humo del cigarrillo, algo que es parte de uno, bajo la lluvia. Volver a hacer el amor con ella pero un poco por ella, no ya para aprender, un desapego demasiado fácil, una renuncia que a lo mejor está encubriendo la inutilidad del esfuerzo, el fantoche que enseña algoritmos en una vaga universidad para perros sabios o hijas de coroneles. Si todo eso, la tapioca de la madrugada empezando a pegarse a la claraboya, la cara tan triste de la Maga mirando al nuevo mirando a la Maga mirando al nuevo, "Struttin' with some barbecue"... Pureza como la del coito entre caimanes, no la pureza de "oh maría madre mía con los pies sucios"; pureza de techo de pizarra con palomas que naturalmente cagan en la cabeza de las señoras frenéticas de cólera y de manojos de rabanitos, pureza de... por favor... Pureza. Basta. Andate. Andá al hotel, date un baño, leé Nuestra Señora de París o Las Lobas de Machecoul, sácate la borrachera. Extrapolación, nada menos."

Pureza de que ya no sabía lo que quería. Pureza de pensamiento impuro resentido y mancillado, como el niño que recibe una patada de otro niño y empieza a planificar su venganza, sí, justo a la salida del colegio. Pureza de mentiras. Pureza de querer partirle la cara a mi nuevo amigo y pureza de querer porder mirarme a los ojos mientras lloro sin sentirse culpable. Aquí empezó a crear su pureza.

Reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente

Los arrepentimientos y las abjuraciones, la predilección por los pequeños conjuntos, las misteriosas grabaciones con seudónimos y denominaciones impuestas por marcas de discos o caprichos del momento, y toda esa francmasonería de sábado por la noche en la pieza del estudiante o en el sótano de la peña, con muchachas que prefieren bailar y huelen despacio  y dulcemente a perfume y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todo los hombres, tomándolas con una sola frase caliente que las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a sí mismas, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente.
De sábado por la noche en la pieza del estudiante.

I could sit right here and think a thousand miles away
I could sit right here and think a thousand miles away
Since I had the blues this bad, I can't remember the day...

sábado, 9 de octubre de 2010

But you gotta die come day

You so beautiful but you gotta die come day,
You so beautiful but you gotta die come day,
All I want's a little lovin' before you pass away.


No quería mirarle en los ojos y que él se riera
Y por eso insistía en conocer el pasado de la Maga, para que se muriera un poco menos de esa muerte hacia atrás que es toda ignorancia de las cosas arrastradas por el tiempo, para fijarla en su propio tiempo, you so beautiful but you gotta, para no amar a un fantasma que se deja acariciar el pelo bajo la luz verde, pobre, y qué mal estaba acabando la noche, but you gotta die some day, el negro (después cuando agarra confianza, la Maga le contaría lo de Ledesma, lo de los tipos la noche de carnaval, la saga montevideana completa).

Yo aquieté la cabeza contra su muslo y miraba el parquet. Quería fumar pero no iba a pedirle un cigarrillo, sin saber por qué no se lo iba a pedir, pero sabía por qué no iba a pedirselo a mi amante, no quería mirarle en los ojos y que él se riera otra vez vengándose de mí, que estuviera pegada al nuevo y en toda la noche no me hubiera acercado. Desvalida, sólo se me ocurrían versos sueltos de poemas.

No hay ideas generales

-Por eso le pedí que me hablase de Montevideo, porque usted es como una reina de baraja para mí, toda de frente pero sin volumen. Se lo digo así para que me comprenda.

Montevideo es el volumen, lo sabía. Estuve alagada por lo de reina de baraja, y casi me sonrojo, pero de repente me entró una sucia y desagradable tristeza. Era la reina de una baraja para un hombre que apenas me conocía y con el que apenas trato para callar mis tristezas, sin embargo, para mi amante yo había pasado de ser la reina de la baraja a una simple sota o quizá ya a un número de los más bajos. Y todo eso sin saber si algún día llegué a ser la reina de baraja. Empecé:

"Vivíamos muy cerca del río"
-Vivíamos muy cerca del río, en una casa grandísima con un patio. Yo tenía siempre trece años, un cielo azul y una maestra de quinto bizca. Un día me enamoré de un chico rubio que vendía diarios en la plaza. Mi papá no trabajaba, se pasaba las tardes tomando mate en el patio. Yo perdí a mi mamá cuando tenía cinco años, me criaron unas tías. A los trece estábamos sólamente mi papá y yo en una casa que parecía un conventillo. Había un italiano, dos viejas y un negro y su mujer que se peleaban mucho por la noche pero después tocaban la guitarra y cantaban. Yo les tenía un poco de asco, prefería jugar en la calle, pero si mi padre me encontraba jugando allá me hacía entrar y me pegaba. Un día mientras me estaba pegando, vi que el negro espiaba por la puerta entreabierta. Al principio no me di bien cuenta, parecía que se estaba rascando la pierna, hacía algo con la mano... Papá estaba demasiado ocupado pegándome. Es raro cómo se puede perder la inocencia e golpe. Esa noche en mi pieza, tenía una sed horrible pero no quería salir. Mi papá tomaba mate en la puerta. Hacía un calor que no se puede imaginar, la ropa se me pegaba. Dos o tres veces salí y fui a beber de una canilla que era más fresca. Las otras piezas ya habían apagado la luz, papá se había ido al boliche del tuerto Ramos. Bebí otro poco de la canilla y me volví a mi pieza que estaba arriba, subiendo una escalera de hierro donde a los nueve años me disloqué un tobillo. Cuando iba a encender la vela, una mano caliente me agarró por el hombro, sentí que cerraban la puerta, otra mano me tapó la boca y el negro me sobaba por todos lados y me decía cosas en la oreja, me arrancaba la ropa y yo no podía hacer nada, si gritaba sabía que me mataría y yo no quería que me mataran, tenía trece años. ¿Por qué me mirás con esa cara? Le estoy contando cómo me violó el negro del conventillo.
-Contáselo con todos los detalles, che -dijo mi amante
-Oh, una idea general es suficiente... -dijo el nuevo preocupado
-No hay ideas generales.

Menos mal que alguien se decide a situarse al nivel del mar

-Llueve -dijo el chino, mostrando con el dedo el tragaluz de la bombilla.
Disolviendo la nube de humo con una lenta mano
-Menos mal que alguien se decide a situarse al nivel del mar, no se ven más que zapatos y rodillas por todos lados, ¿Dónde está su vaso, che?

A la larga resultó que el vaso estaba lleno y a tiro
El nivel del mar no era mas que su nivel, y no era un nivel bajo, era un nivel privilegiado. Estaba sentado en el piso, allá con las colillas apagadas y la moqueta siempre manchada de cera de vela verde o de vodka, oliendo terriblemente a tabaco de hace más de un año. A ese nivel, no sólo aburrido por la poca variedad de zapatos y de rodillas a la vista de quién se sitúa allí, se pueden presenciar millones de detalles invisibles a los ojos del espectador del nivel convencional. Yo empecé a estar desesperada por él; hacía tiempo que no me nombraba y nunca se ponía a mi nivel, al de las pelusillas. Porque yo, más atrevida que ninguna, no me sentaba, me tumbaba en la moqueta esperando a que alguien se diese cuenta de mis desvaríos.

-Por ahí -dijo
A la larga resultó que el vaso estaba lleno y a tiro. Se pusieron a beber.

martes, 5 de octubre de 2010

La boca sonreía a veces entre pitada y pitada

Y tenían sexo, ella se retorcía en las rodillas de él, excitada por la manera de cantar de Satchmo, le veía cómo le quedaba el tema; era lo bastante vulgar para permitirse libertades que él no le hubiera consentido cuando no hay música que se les aparezca. Desde el altísimo punto de vista de él, en una especie de admirable pirámide de humo y música y vodka y sauerkraut y manos de ella permitiéndose excursiones y contramarchas, condescendía a mirar hacia abajo por entre los párpados entornados y veía a mi querido amante en el suelo, la espalda apoyada en la pared contra la piel esquimal, fumando y ya perdidamente borracho, con una cara sudamericana resentida y amargada donde la boca sonreía a veces entre pitada y pitada... Miró hacia su derecha y se encontro con mi cara y mi mirada; queríendo saber los recorridos de cada dedo de ella, pero su mirada me intimidó un poco y me sentí una mezcla de niño que espía por la ranura de la puerta y de delicuente que hace como que no sabe lo que está haciendo. Por último, y un poco más a la derecha, se encontró con la cara de perfil de mi nuevo amigo, mirándome a mí.

El cuadro que se dibujaba en sus ojos  iba cobrandose su sentido
El cuadro que se dibujaba en los ojos de él iba cobrandose su sentido; el pobre amante estaba muerto de envidia mientras veía a la Maga evadirse en las conversaciones empapadas de vodka del extranjero, mientras que éste, perdido de amor por ella, no podía parar de mirarla y de intentar alcanzar con la mano, pero sin moverla, los rizos de la Maga.

No eran celos hasta que no lo sentimos los dos


"Te voy a tener que romper la cara"

A mi nuevo amigo, el extranjero, le gustaba (por así decirlo) mi amante, con el que tenía una especie de relación persecutoria, a mi amante le hacían gracia los misterios baratos con los que mi amigo envolvía sus orígenes y sus modos de vida y también le divertía que estuviera enamorado de mí y creyera que él no lo sabía, y los dos se admitían y se rechazaban en el mismo momento. Jugaban mucho a hacerse los inteligentes, y todo por intentar demostrarme cuál era el mejor de los dos, y yo les miraba con una especie de humilde desesperación... El nuevo me acarició el pelo, y yo agaché la cabeza; sabía que así habría comenzado una guerra. "Ya está" pensó mi amante...


"Ya está, tenía que ser. Anda loco por esa mujer, y se lo demuestra así, con los diez dedos. Cómo se repiten los juegos. Calzamos en moldes más que usados, aprendemos como idiotas cada papel más que sabido. ¡Pero si soy yo mismo acariciándole el pelo! Te voy a tener que romper la cara, pobre amigo mío. Sin ganas, sin lástima, como eso que está soplando Dizzy..."

lunes, 4 de octubre de 2010

Iba a saber algo más de ella

El vibráfono tanteaba el aire, iniciando escaleras equívocas, dejando un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecía en lo más alto, constelaciones instantáneas, cinco estrellas, tres esrellas, diez estrellas, las iba apagando con la punta del escarpín. Él oía en un susurro Montevideo vía la Maga, y quizá iba a saber por fin algo más de ella; de su infancia (eso que aún no le había contado a nadie), si verdaderamente se llamaba Lucía, estaba a esa altura del vodka en que la noche empieza a ponerse magnánima, todo le juraba fidelidad y esperanza...
Un peldaño en blanco saltaba cinco de una vez y reaparecíaen lo más alto.

Entraban en calor y zas, se acabó

-La influencia de la técnica en el arte -dijo el más artista de todos metiendo las manos en una pila de discos, mirando vagamente las etiquetas-. Estos tipos de antes del long play tenían menos de tres minutos para tocar. Ahora te viene un pajarraco y se planta veinticinco minutos delante del micrófono, puede soltarse a gusto, dar lo mejor que tiene, pero no lo hace. Los anteriores se tenían que arreglar con un coro y gracias, apenas entraban en calor zas, se acabó. Lo que habrán rabiado cuando grababan discos.
-No tanto -contestó el más literato de todos-. Era como hacer sonetos en vez de odas, y eso que vengo cansado de leer en mi cuarto un estudio de Julián Marías que no termina nunca.

Puede soltarse a gusto, dar lo mejor que tiene, pero no lo hace.
Y vos no hablaste. Te quedaste callado por miedo a decir una burrada, pero sin agachar la cabeza, siempre la llevás alta, incluso en las ocasiones en las que deberías avergonzarte de ti mismo. Estabamos el artista, el poeta, el pensador, vos el metafísico y yo "la que sólo dice burradas". Y no soltáste palabra, y me pregunto si era porque te faltaban para poder hablar o si eran los celos, de mirar tan fijamente como mi mano se posaba en el pecho de otro, allí, delante de tus narices.

domingo, 3 de octubre de 2010

Hablando de sentidos y vos parecés que estás sordo

La justicia o la injusticia no tienen cabida acá.
Lloviznaba y me colgué todavía más a su brazo, y me apreté más contra su impermeable que olía a algo así como a comida de ayer. Nuestros acompañantes discutían sobre una posible explicación del mundo de la pintura y la palabra, cada uno defendía lo suyo y lo hacía superlativo en cuanto a lo del otro. Aburrido, él pasó el brazo por mi cintura, un acto tentador para quién no quiere que se le enamoren.

En mitad de la conversación dijo malhumorado:
-Etcétera. Hablando de sentidos y vos parecés que estás sordo.
La Maga se apretó todavía más contra él. "Ahora esta va a decir una de sus burradas" pensó. "Necesita frotarse primero, decidirse epidérmicamente".
-¿Vos entendés lo que dice? -preguntó la Maga-. A mí me parece que es injusto con Klee.
-La justicia o la injusticia no tienen cabida acá -le contestó-. No hagas enseguida una cuestión personal.
Y la Maga agachó la cabeza, temiendo contestar algo que para él sería "una burrada".

Comprendíamos cada vez peor lo que es un pez

Un pez sólo en su pecera se entristece
Los mirábamos, jugando a acercar los ojos al vidrio, pegando la nariz, encolerizando a las viejas vendedoras armadas de redes de cazar mariposas acuáticas, y comprendíamos cada vez peor lo que es un pez, por ese camino de no comprender nos íbamos acercando a ellos que no se comprenden, franqueábamos las peceras y estábamos tan cerca como nuestra amiga, la vendedora de la segunda tienda, que me dijo: "El agua fría los mata, es triste el agua fría..." Y pensamos en la mucama del hotel que te daba consejos sobre un helecho "No lo riegue, ponga un plato con agua debajo de la maceta, entonces cuando él quiere beber, bebe, y cuando no quiere, no bebe..." Y descubrimos que un pez sólo en su pecera se entristece, y entonces basta ponerle un espejo y el pez vuelve a estar contento...

sábado, 2 de octubre de 2010

Me basta con cerrar los ojos para deshacerlo todo

"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujárla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca, que sonríe por primera vez por debajo de mi dedo. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuvieramos las manos llenas de flores o de peces..."

"Acariciar lentamente la profundidad de tu pelo"
Y cada vez que dibujaste mi boca por debajo de tu dedo, yo sonreía, y lo hacía sólamente porque me lo estabas haciendo a mí y no a las otras con las que también compartías pieza de hotel. Pero luego caía en la más absoluta tristeza, con la certeza de que esto se lo habías hecho a esas otras, y que cada vez que me lo hacías venías de hacerselo a una cualquiera...

Las sinrazones de la Maga

La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta hora. Nos gustaba desafiar el peligro de no encontrarnos, yo concretamente tenía miedo de pasar la tarde sola, enfurruñada en un café o en un banco de la plaza, leyendo un libro-más. La teoría de "libro-más" era de él, pero para mí casi todos los libros eran libro-menos, quería aprender, quería que me enseñase, tenía sed de conocimientos, de verdades, de conocer más sobre esos nombres que me hacían saltar cuando se nombraban en el Club. Sus vagas tendencias intelectuales se resolvían en meditaciones sin provecho y cuando le pedía ayuda, (una fecha o una explicación) me las proporcionaba sin ganas, como algo inútil. Entonces yo le contestaba resentida: "pero es que vos ya lo sabés".
Citarse vagamente en un barrio a cierta hora.
A él lo fascinaban las sinrazones de la Maga; su tranquilo desprecio por los cálculos más elementales. Lo que para él había sido análisis de probabilidades o elección, se volvía para ella simple fatalidad.
-¿Y si no me hubieras encontrado? -le pregunto la Maga.
-No sé, ya ves que estás aquí...
E inexplicablemente la respuesta invalidaba la pregunta.

Quería ins-tru-ir-se

La primera vez fue en un hotel. Algo había que hacer con el hielo del suelo, el olor a invierno... Yo pretendí inocentemente hacer literatura, quedarme al lado de la ventana fingiendo mirar la calle mientras que él se decidiese a dejar de disimular. No estaba haciéndo literatura, estabamos haciendo arte, porque la pieza del hotel se convirtió en un cuadro cuyos personajes están cada uno en una esquina roñosa de habitación, disimulando que no saben lo que hacer. Se dejó la cartera en la mesa, se sacó los cigarros, se miraba a la calle, se fumaba aspirando hondo el humo, se hacía un comentario sobre el empapelado, se esperaba (evidentemente)... Se dejaron que ocurriesen todos los movimientos para que el hombre interpretase su mejor papel; la iniciativa.

Mate argentino

Se llegó a saber así que la Maga quería aprender; quería ins-tru-ir-se. Y él, puesto que nunca se alcanzaban porque en pleno diálogo eran tan distintos y andaban por tan opuestas cosas (y eso ella lo sabía y lo comprendía muy bien) entonces la única posibilidad de encuentro estaba en que él la matara en el amor, donde ella podía conseguir encontrarse con él, en el cielo de los cuartos de hotel...