"Yo no sabía si aceptar, pero ella insistió." |
-Ella sabía que yo estaba pasando por una situación delicada, mi tía ha dejado de mandarme la pensión, probablemente ha fallecido. Lucía me ofreció compartir el cuarto después de que vos anunciaste que te ibas. Yo no sabía si aceptar, pero ella insistió.
-No encaja demasiado con su partida.
-Pero eso era antes del fallecimiento de su hijo. Es muy triste, todo podía haber sido tan diferente...
-No te quejés viejo. Una pieza de cuatro por tres cincuenta, a cinco mil francos mensuales con agua corriente...
-Yo desearía que la situación se aclarara entre nosotros... Esta pieza...
-No es mía, dormí tranquilo.
-La Maga se ha ido.
-¿Adónde?
La Maga se ha ido |
-Habló de Montevideo.
-No tiene plata para eso.
-No tengo la menor idea, amigo. El viernes llenó la valija con libros y ropa, vinieron dos negros y se llevaron el equipaje. Me dijo que podía quedarme aquí, y como lloraba todo el tiempo no creas que era fácil hablar.
-Me dan ganas de romperte la cara.
"Entendé que nunca la quisiste, o eso es lo que decías." |
-¿Qué culpa tengo yo?
-No es por cuestión de culpa, che. Sos asqueroso y simpático a la vez, un lameculos metafísico.
-Pero, ¿para qué la buscás ahora?
-Explicá eso de "ahora".
-Venga hombre, entendé que nunca la quisiste, o eso es lo que decías siempre. Pero si no la hubieses querido ahora no estarías intentando encontrarla, ni mucho menos estarías blanco de delirio. La querías y la has perdido. Ella lloraba, vivía por pensar en vos y para pensar en vos. Se imaginaba todo el tiempo que vos estabas con la otra.
-Yo no tengo otra. Yo no tengo nada. Yo sólo tuve a la Maga.
La guitarra en el ropero / para siempre está colgada...
Nadie en ella toca nada / ni hace sus cuerdas sonar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario