miércoles, 9 de noviembre de 2011

domingo, 23 de octubre de 2011

Momento amants reguliers I

Las palabras que no se dicen son las que más daño provocan. Las palabras que más daño provocan duelen porque no se dicen. Los conceptos más afianzados son los que más se tambalean cuando las palabras que más daño provocan no se dicen. Lo que también se tambalea cuando los conceptos más afianzados se tambalean es la confianza en uno mismo. Hablo de emisor y receptor, uno en la tarea de la sinceridad y el otro en la tarea de la comprensión.
Sé sincero y déjame comprenderte. Confía en que lo haré.

viernes, 21 de octubre de 2011

Un final alternativo.

Porque pensar en un final alternativo para Rayuela es difícil.
La Maga siempre fue la Maga. Horacio siempre fue el mismo. La Maga quería aprender a llorar y no a vomitar, Horacio quería aprender a cambiar. Ninguno de los dos lo hizo, Horacio porque no quiso, la Maga porque no pudo. Sin embargo la Maga sí que cambió, quiso cambiar y lo hizo; se evaporó como dirían los mejores protagonistas de Stanley Kubrick. Y es que le debo mucho a Cortázar y me gustaría parecerme un poquito más a él, menos en su descuidada depilación del entrecejo.
Y porque yo también me acuerdo de nuestra Rayuela, en esa zona de música electrónica que embota mentes, en ese día que no era precisamente muy cálido, de lo que escribimos al rededor con tiza y de lo que lloramos juntos. Porque fue la segunda vez que te veía llorar de contento y de amor.
Yo no quiero un final enfermo, ni tampoco sano. Yo no quiero un final. Por eso Cortázar nunca lo escribió para Rayuela. Por eso yo no lo escribiría nunca contigo. Por eso Rayuela puedes volver a releer los capítulos que ya has leido. Y yo no quiero un final, quiero hacer las cosas que los dos protagonistas de Rayuela no supieron hacer juntos. Quiero vivir contigo sin temerte, sin llorarte, sin sentirme una pelusilla, escribirte cartas y enviartelas, olvidarme de los escaparates y seguir paseando contigo. Quiero poder abrazarme a ti y recibir el calor de algo, de un pequeño buen sentimiento, pero no el frío de la indiferencia. Quiero quedarme mirandote un rato y que tú te des cuenta. Quiero tenerte en cuenta y que tú quieras tenerme en cuenta.
No es difícil inventar un final alternativo para Rayuela, pero es imposible inventar un final para nuestra Rayuela.

lunes, 17 de octubre de 2011

tobecontinued.

Una buena razón por la que me gusta estar cerca de el oxígeno que vuelve a salir de sus pulmones es porque te acostumbras pronto a abrazarle. Siempre que vuelve es como si la imágen se hiciese tridimensional, la voz adquiere una laringe real que la moldea y los ojos inexactos se clavan mientras sabes que sonríe mirándote. Me encuentro con un cuerpo real y no una imágen en movimiento, y me gustan estos reencuentros porque dan señal de que no hemos echado a perder las despedidas. Pero más que los reencuentros prefiero momentos. Que empecemos en un abrazo y acabemos por el suelo haciendonos cosquillas. Que me toque el muslo mientras estamos con el coche en marcha. Que me mire de reojo con los ojos entornados mientras se hace el dormido. Que alguien grite con urgencia ¿hay algún médico en la sala? y me mire como si yo pudiese hacer algo. Los largos paseos en los que los mundos que estudiamos se encuentran, se juntan, se mezclan y tienen hijos. Las cenas con algo de sushi o de mexicano en la mesa, pocas palabras y muchas miradas. Y sí, en el fondo debo de reconocer que también me gustan los lametones a traición o que no me deje mover los labios al besar porque no es poético.

tobecontinued.

sábado, 13 de agosto de 2011

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-Te aferras a tu dolor como si significara algo, como si tuviera algún valor. Suéltalo. Hay infinitas posibilidades y lo único que hace es quejarse...
- Bueno ¿Qué se supone que tengo que hacer?
- ¿Tú qué crees? Puedes hacer cualquier cosa, cabrón con suerte: estás vivo. ¿Qué es un poco de dolor comparado con eso?
- No puede ser tan simple.
- ¿Y qué pasa si lo es?