martes, 30 de noviembre de 2010

Nunca podrás

No te creas tan poderosa.
Tú no puedes cambiar todo eso.



Nunca dejarás de tener 15 años.
(y eso, querida mía, es un poco triste)

lunes, 29 de noviembre de 2010

Perdiste a tu propio juego








¿Y quién ganara esta guerra?
¿Y dónde lo encontrarás?
¿Y que harás si digo que no puedes?

domingo, 28 de noviembre de 2010

Al contrario que TÚ II.

Quiero seguir presentándome. Pero al contrario que tú, no lo haré como si ya me conociese.

De pequeña, a pesar de que no era un niño y no una niña, no sólo por eso era el bichito más peculiar que conocía el mundo. Me gustaban mucho ver los anuncios, y así exploté una característica de mí; la memoria. Creo que tengo memoria selectiva.

Me sentaba en el suelo, descalza, enfrente de la televisión. Mi madre, creo recordar, no le gustaba cambiar de canal en los intermedios de sus programas, porque puede volver en cualquier momento. Me tragaba todos los anuncios, y me los aprendí. Cuando volvía el programa, yo perdía el interés y me iba a mi habitación.

Y quería acordarme de los anuncios, para cada sábado hacerles una demostración a toda mi familia de la virtuosa memoria que tenia. Canciones, eslogans, diálogos y marcas. Todo con un tiempo preciso, la entonación justa y el ánimo de cada frase. Y nunca me equivocaba.

Y cuando no había anuncios en la tele porque mi madre estaba esperando que llegase su programa, ni películas porque mi padre estaba trabajando, era mi turno. Me ponía cintas de VHS de películas de dibujos. Era fácil la elección, me sentaba delante de los 97 títulos, iba mirándolas y siempre llegaba a una en la que mi vista se paraba y yo realmente sentía que la quería volver a ver. Porque me pude ver todas las películas unas diez veces. Pero creo que eso nos ha pasado a todos. ¿Y quién no se ha aprendido la cabecera de las Disney con el código penal? Mi memoria selectiva también quería eso para sí, aunque hubiese letras que decían lo mismo que la voz, yo no las podía leer porque iban demasiado deprisa.

Pero mi memoria selectiva hace que me acuerde de lo que me quiero acordar, y al contrario de otras memorias selectivas, también me acuerdo de lo que no me quiero acordar. Así, los anuncios de la tele del '98, el nombre de los programas de mi madre, las canciones y los eslogans de los anuncios, los títulos de las 97 películas Disney y el código penal ya no están en mi cabeza. Sin embargo sigo acordándome de la primera vez que vi a mi madre llorar, de cómo mi hermana entró en cabreo conmigo porque no se pasaba el "Super Mario Bros Nintendo 64" y me sigo acordando del día que me corte los pantalones aposta y mi madre me hizo de llevarlos al día siguiente al colegio.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Todo eso en un momento

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Y en eso consistía su juego; caer y dejarse caer, y sujetarse si cabía el valor para hacerlo. Pero a veces en el juego se sentían mal y no sabían cómo decir lo que tenían que decir... Y poco a poco, todo era demasiado serio para ser un juego.
Y creían que todo se terminaría en un abrazo, como si fuese tan sencillo.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Primero tengo que aprender a elegir.

Y te hubiese encantado no estar allí. Te hubiese encantado perder el sentido del olfato por quince minutos y dejar de percibir su olor para poder imaginarte, con más claridad, que el que te abraza es justamente quien quieres que te abrace. Te hubiese encantado que la forma de sus manos y de su pecho no fuese esa, y que se pareciese más a la forma de manos y pecho del que te gustaría que estuviese contra ti, tumbados. Y te arrinconas en una esquina de la cama, y te encoges, y piensas que lo estás haciendo realmente mal.
¿Cómo has llegado hasta ese momento? ¿Qué te ha pasado? Hace unas horas estabas deseando ver al mismo que tienes a la espalda... Hace a penas unas horas estabas pensando en el mismo que tienes a la espalda mientras murmurabas "estoy realmente enamorada".

Quiero llevarte conmigo y no voy a ninguna parte





Y la colonia que reservo para los días con abrazos tendrá que esperar...
(pero no por mucho tiempo)

jueves, 25 de noviembre de 2010

Y sin embargo...

No es un mar, ni un río, ni una foto de documental
por raro que parezca, es un charco en el barro.



Y cuando vuelves hay fiesta en la cocina y bailes sin orquesta y ramos de rosa con espinas... Pero dos no es igual que uno más uno. Y el lunes, al café del desayuno, vuelve la guerra fria... Y al cielo de tu boca el purgatorio y al dormitorio el pan de cada día.

(Y me envenenan los besos que voy dando)

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Un poema es una petición






Eramos SOÑADORES
y los demás, bichos raros.

martes, 23 de noviembre de 2010

sábado, 20 de noviembre de 2010

Tampoco digo la verdad cuando no miento.

Me gusta acaricarle, y ver cómo mi mano se amolda a su cara o a su cuello. Me gusta su risa, cuando ríe se le ven los dientes, o cuando simplemente sonríe y aprieta mucho los labios. Me gusta su lunar en la zona de la barbilla. Me gusta que me haga de enfrentarme a mis miedos.

viernes, 19 de noviembre de 2010

+cactustime

Sin ti me falta
la primera letra
de cada mes.

Decir 'te quiero' sólo en los aprietos.

Por un momento se me había olvidado.
Tienes los labios y la lengua
demasiado ligeros para decir
te quiero.


Tienes el bolígrafo y los dedos
demasiado sueltos para escribir
te quiero.


Tienes una cabeza y una mente
demasiado impulsivas para pensar que
le quieres.


Tienes el ansia y las ganas
demasiado crecidas para manifestar que
le quieres.



Y sin embargo yo, nunca lo digo, sólo lo demuestro.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Al contrario que TÚ.

Yo también quiero presentarme. Pero al contrario que tú, no lo haré como si ya me conociera:


Desde que existo me pusieron un nombre, que digo uno, me pusieron muchísimos, aun así pensaron en un nombre para cuando naciese. Pero cuando nací me tuvieron que cambiar el nombre que habían pensado para mí. Decidieron otro nombre. Pero, mi nombre no es el que decidieron; mi nombre es un error, una equivocación, mi nombre es los nervios del momento. Como a lo largo de mi existencia he tenido muchos nombres, quizá ningún nombre es válido para mí; simplemente me llame * (Asterisco) o X (Equis). O quizá todos los nombres son válidos para mí. Yo prefiero pensarlo así.


Nací hace aproximadamente dieciseis años, en un lugar en el que no hay ni playa ni montaña. En un lugar en el que apenas hay primavera u otoño. Quizá este lugar tampoco es el mío, también prefiero pensarlo así. No es fácil encajar a una niña sin nombre en este lugar.


De pequeña no era niña; era niño. Me gustaban las espadas de juguete, los videojuegos y el fútbol. Ya he dicho que no es fácil encajar a una niña en un lugar que no es el suyo. De niña me encantaban los animales, el olor a gasolina, leer y ver la televisión hasta hartarme. Mi color favorito era el rojo y mi número el 5.


De un poco más mayor, ya más cerca del hoy que de ese ayer, ya no era niño; era niña corriente. Quiero dejar claro que no es fácil dejar de ser niño para ser niña corriente; una niña que es niño es de lo menos corriente del mundo. En ese momento me seguían encantando los animales (especialmente los gatos) y el olor a gasolina, pero ya no me gustaba ni leer ni ver la televisión. Mi color favorito se convirtió en el gris y mi número en el 8.


Ahora, acercándonos a partes iguales a mañana y a ayer, ya no soy niña corriente; ahora soy "niña mayor" como dicen los niños pequeños, "mujer" como dicen los chicos de mi edad, "casi mujer" como dicen los chicos mayores que yo, o "moza" como dicen los ancianos. Yo prefiero decir que soy Asterisco o Equis, la leyenda en la palabra, la incógnita en la ecuación. En este momento ya no me gustan los animales (escepto los gatos) pero me sigue encantando el olor a gasolina. Me volvió a gustar leer y aborrecí aún más la televisión. Mi color favorito es el verde, y mi número el 8.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Lenta gracia de gatos

Las vidas terminan como los artículos literarios de periódicos y revistas, tan fastuosos en la primera plana y rematando en una cola desvalida, allá por la página treinta y dos, entre avisos de remate y tubos de dentífrico.
*

domingo, 14 de noviembre de 2010

***

Mirá si era tonta, que no me di cuenta de mi error. Dos veces tropecé con el no saber cuándo parar, y ahora me da la sensación de que siempre tropecé en lo mismo, durante largo tiempo contigo. No, nunca aprendo, la ciega era yo. Sólo tengo dos cosas que aclarar; una es mentira, la otra... también, y en su conjunto resumen esta historia. ¿Crees que me merezco tanto? Porque yo no. Ahora no.


Me hice a tu molde hueco
Siempre dijiste que no me necesitabas, que no prescindías de mí, incluso que no me amabas. Eso es mentira. Desde el primer día me amaste, me amaste tanto que me quedé totalmente prendida a tu forma de tratarme, hablarme, cogerme de la mano... Me hice a tu molde hueco, que en una de tus cartas leí, sí, tú eras el molde hueco en el que el fluido de la Maga cobraba forma, yo tenía tu forma. Pero tanto amor siempre es malo, y reitero lo de que nunca se puede amar a nadie demasiado, porque enseguida salen cosas extrañas, parásitos, sangüijuelas, qué sé yo, una especie de masa negra que nos absorbe en mentiras y engaños. Yo empecé con ese juego sin saberlo, tú continuaste, y ahora estarás por la calle mojándote entero de lluvia pensando que todo es por tu culpa. No, mon amour, nada es tu culpa, yo soy la tonta que se enamoró y se dejó engañar. Me cogiste la revancha sin saberlo. Te cogí la revancha llena de rabia y convirtiéndome en la peor persona que pisa esta ciudad. No supe ser de otra manera, y llegue a lo más bajo, pero es que cuando algo te duele tanto no eres tú, ni eres nadie, eres parásito que sólo sabe dar vueltas a las cosas, removiendo la mierda en el cajón. No, no me acosté con el nuevo, ¿que la habitación olía a sexo? seguro que no te acordarás, pero ese olor era la mezcla del tuyo y el mío. ¿Que mis ojos estaban cansados? lo estaban de mirarte y buscar respuestas, y no darte ninguna pregunta por miedo a enfadarte. ¿Que mi ropa estaba por el suelo? porque no sabía que hacer con todos esos trapos que llevé contigo en los mejores momentos. Él es una mentira, es más; él no es nada, un vago recuerdo que pronto expirará. Me encantaban tus ojos mirándonos, mirándole, aunque me daban miedo. Me enternecía ver como te ibas al piso, sentado, a la altura de las rodillas, pero me sentía culpable y yo me iba más abajo del suelo, a la altura de las pelusillas. He llorado y no sabes cuánto, soy una llorona. Y cuando parecía que todo iba tan bien, se me olvidó cerrar el grifo, que continuaba vertiendo masa negra empapada de él. Y fue tarde para cerrarlo, la el baño inundó y creó gotera en la habitación principal, ensuciando todo.

Nunca aprendo, nunca aprenderé. A pesar de ser tratada como la que dice burradas, sé que piensas que nos soy nada burra. Sé que me amas por encima de todas las tonterías que he dicho. Pero nunca aprendo. En todo este tiempo hemos estado en una atracción de feria; alto, bajo, alto, bajo, alto, bajo... Pero eso a mí me gustaba, salvo cuando bajábamos a nivel de Repetti, pero eso anunciaba que pronto subiríamos a nivel de estratosfera. Y cuando estábamos en lo más alto de todo, yo dejé que se inundará el baño. No tengo perdón... ¿De verdad creías que aprendí a huir? ¿Pensaste por un sólo segundo que yo había huido? ¡Sí nunca aprendo! Y cuando me hago estas preguntas me acompaña una sonrisa, inexplicablemente esas preguntas me llevan a los lugares donde más reímos o más lloramos. No pequeño, no huí. Me quedé en la acera de enfrente esperando a que salieses a buscarme para irnos a otra ciudad, a otro lugar apartado del mundo. A huir juntos, porque no tengo forma sin el molde. Pero saliste de la pieza muy deprisa, al principio sin ninguna intención aparente de salir a buscarme, pero ya sabemos que sí, que lo quisiste hacer. Y te cruzaste medio globo teniéndome en frente. Suele pasar muchas veces, no sientas rabia por ello.
Eres tú quién se ganó a la Maga

Al final fuiste tú quién huyó, quien ahora no quiere nombrar la ciudad en la que pasamos este último año, eres tú quién me dejó en el sitio. Eres tú quién se ganó a la Maga. Es la Maga la que tuvo el privilegio de tenerte de molde. Paf, se acabó.


Incluiré al final de esta historia tres asteriscos que equivaldrán a la palabra 'FIN'

lunes, 8 de noviembre de 2010

Los juegos ya jugados

"Su amor por Traveler está hecho de cacerolas sucias, de largas vigilias, de una suave aceptación de sus fantasías nostálgicas y su gusto por los tangos y el truco."


Por supuesto mi amante no iba a contarle a Traveler que en Montevideo había andado por los barrios bajos, preguntando y mirando, tomándose un par de cañas para hacer entrar en confianza a algún habitante de por ahí. Y tampoco le iba a contar que donde había pasado la última hora antes de que zarpara hacia allá, el agua estaba llena de pescados muertos flotando panza arriba, y entre los pescados algún que otro preservativo ondulando despacito en el agua, y que eso le hizo recordarme; pensando que a lo mejor Lucca, que a lo mejor realmente había sido Lucca o Perugia. Y todo tan al divino cohete. Y todo por ir a buscarme. Por supuesto que no se lo iba a contar a Traveler.



 
Todo lo pasado no era pasado
Mi perdido y desamparado amante, ahora que nadie le veía, él había decidido que todo lo pasado no era pasado y que solamente una falacia mental como tantas otras podía permitir el fácil expediente de imaginar un futuro abonado por los juegos ya jugados. La madurez, suponiendo que tal cosa existiese, era en último término una hipocresía. Nada estaba maduro, nada podía ser más natural que encontrarme a mí con un gato en una canasta, esperándolo al lado de Traveler. Pero de qué le había servido andar por los barrios bajos de Montevideo, tomarse un taxi hasta el borde del Cerro, consultando viejas direcciones reconstruidas por su memoria, una memoria indócil. Había que seguir, o recomenzar o terminar. Se dijo a sí mismo:

Mi diagnóstico es sencillo: / Sé que no tengo remedio.