Hay que ir al corazón de una mujer por la senda más floreada y más larga.
La estrella parpadea porque tiene sueño.
Como daba besos lentos, duraban más sus amores.
Aquel tipo tenía un tic, pero le faltaba un tac; por eso no era un reloj.
Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.
Cuando el domingo caiga en lunes, la vida habrá perdido la cabeza.
El niño intenta extraerse las ideas por la nariz.
El lápiz sólo escribe sombras de palabras.
El escritor quiere escribir su mentira y sólo escribe su verdad.
El lector, como la mujer, ama más a quién más le ha engañado.
El 8 es el reloj de arena en los números.
Cuando escarba el toro en la arena, parece estar cavando la fosa del torero.
¿Y si las hormigas fuesen ya los marcianos establecidos en la Tierra?
El sueño es un depósito de objetos extraviados.
Los recuerdos encogen como las camisetas.
No confíes demasiado en tu corazón, porque él te fallará algún día.
No importa que nuestro vaso esté vacío, lo importante es que la botella esté llena.
A un mentiroso sólo lo cura un sordo.
Lo peor de los médicos es que le miran a uno como si fuera uno mismo.
Las primeras gotas de la tormeta bajan para ver si hay tierra en la que aterrizar.
El arcoiris es la cinta que se pone la naturaleza después de lavarse la cabeza.
Aquella mujer le miró como si fuese un taxi desocupado.
Las flores que no huelen son flores mudas.
Al sentarnos al borde de la cama somos presidiarios reflexionando sobre su condena.