viernes, 27 de mayo de 2011

la cucharilla me servirá de trampolín IV

Compro corazones de segunda mano
(y unas zapatillas para huir deprisa)

martes, 24 de mayo de 2011

[más]

Ojalá que la encuentre ya entre tantas flores, ojalá que se llame AMAPOLA que le coja la mano y me diga que sola no comprende la vida, y que me pida...

Dame más.

viernes, 13 de mayo de 2011

[2]

Y así me había enamorado de la Maga, que era mi testigo y mi espía sin saberlo, íbamos por la orilla izquierda y la Maga sin saber que era mi espía y mi testigo, admirando enormemente mis conocimientos diversos, misterios enormísimos para ella. Y por todas esas cosas yo me sentía antagónicamente cerca de la Maga, nos queríamos en una dialéctica de imán y limadura, de ataque y defensa, de pelota y pared. Supongo que la Maga se hacía iluciones sobre mí, debía creer que estaba curado de prejuicios o que me estaba pasando a los suyos, siempre más livianos y poéticos.
No había un desorden que abriera puertas al rescate, había solamente suciedad y miseria, vasos con restos de cerveza, medias en un rincón, una cama que olía a sexo, una mujer que me pasaba su mano fina y transparente por los muslos. Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, una caída interminable en la inmovilidad.
La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a abrise más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en otra figura del mundo. En esos días empecé a sentirme como acorralado entre la Maga y una noción diferente de lo que hubiera tenido que ocurrir. Era idiota sublevarse contra el mundo Maga cuando todo me decía que apenas recobrara la independencia dejaría de sentirme libre. Me molestaba un espionaje a la altura de mi piel y creo sobretodo me molestaba que la Maga no tuviera conciencia de ser mi testigo y que al contrario estuviera convencida de mi soberana autarquía; pero no, lo que verdaderamente me exasperaba era saber que nunca volvería a estar tan cerca de mi libertad como en esos días en que me sentía acorralado por el mundo Maga, y que la ansiedad por liberarme era una admisión de derrota.

jueves, 12 de mayo de 2011

Sé que donde estás no hay mañana, donde tú estás no existe el Sol, donde tú estás no llega nadie. Quiero subir y señalar tu estela en el mapa, acariciar de nuevo tu huella, deshacer los nudos dormidos y así mecer el filo del cielo.
(MAGA, NEGRO)
Y dormíamos tan juntos que amanecíamos siameses..
(MAGA, BLANCO)
¿Quién me va a cambiar una semana por un minuto?
(MAGA, ROJO)

martes, 10 de mayo de 2011

[6]

La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta hora. Les gustaba desafiar el peligro de no encontrarse, de pasar el día solos, enfurruñados en un café o en un banco de la plaza leyendo un libro. Se citaban por ahí y casi siempre se encontraban. Los encuentros eran a veces tan increíbles que Oliveira se planteaba una vez más el problema de las probabilidades y le daba vuelta por todos lados, desconfiadamente. No podía ser que la Maga decidiera doblar en esa esquina precisamente en el momento en que él, cinco minutos antes renunciaba a subir por otra calle, sin razón alguna, dejándose llevar hasta distinguirla de golpe, parada delante de una vidriera, absorta en la contemplación de un mono embalsamado. Sentados en un café reconstruían los intinerarios, los bruscos cambios, procurando explicarlos telepáticamente, fracasando siempre y sin embargo se habían encontrado en pleno laberinto de calles. Casi siempre se encontraban y se reían como locos, seguros de un poder que los enriquecía. "¿Y si no me hubieras encontrado?", le decía. "No sé, ya ves que estás aquí". Inexplicablemente la respuesta invalidaba a la pregunta. Así andaban, atrayéndose y rechazándose, como hace falta si no se quiere que el amor termine en cromo o en romanza sin palabras. Pero el amor, esa palabra...

viernes, 6 de mayo de 2011

Veinte

-Y ya que hablamos de piedras, ¿de dónde sale ese collar, Lucía?
-Me lo dio Ossip. Era de su madre, la de Odessa.
-Siempre me sospeché que acabarías acostándote con Ossip
-Rocamadour tiene fiebre. Le voy a dar un cuarto de aspirina.
-Si conseguís que la trague sos más grande que Ambrosio Paré. Vení a tomar un mate, está recién cebado. Siempre me sospeché que acabarías acostándote con él. Por favor, lavate las manos como Dios manda y sacá toda esa porquería de ahí.
-En seguida.
-En fin. De todos modos me podían haber avisado. Ahora voy a tener seiscientos francos de taxi para llevarme mis cosas a otro lado.
-No tenés por qué irte. ¿Hasta cuándo vas a seguir imaginando falsedades? Ya no llora más. Hablemos bajo, va a dormir muy bien con la aspirina. Yo no me he acostado para nada con Gregorovius.
-Oh, sí que te has acostado
-No, Horacio. ¿Por qué no te lo iba a decir? Desde que te conocí no he tenido otro amante que vos. No me importa si lo digo mal y te hacen reír mis palabras.Yo hablo como puedo, no sé decir lo que siento.
-Bueno, bueno. Será que tu hijo te cambia. Desde hace días estás convertida en lo que se llama una madre.
-Pero Rocamadour está enfermo.
-Más bien. Qué querés, a mí los cambios me parecieron de otro orden. En realidad ya no nos aguantamos demasiado.
-Vos sos el que no me aguanta. Vos sos el que no aguantás a Rocamadour.
-Eso es cierto, el chico no entraba en mis cálculos. Tres es mal número dentro de una pieza. Pensar que con Ossip somos cuatro, es insoportable.
-Ossip no tiene nada que ver. ¿Por qué me haces sufrir, bobo? Ya sé que estás cansado, que no me querés más. Nunca me quisiste, era otra cosa, una manera de soñar. Andate, Horacio, no tenés por qué quedarte. A mí ya me ha pasado tantas veces...
-Tantas veces... Para la autobiografía sentimental sos de una franqueza admirable. Que lo diga Ossip
-Yo creo que tengo que decirlo aunque sea fatal. Es justo que uno le diga a un hombre cómo ha vivido, si lo quiere. Hablo de vos, no de Ossip. Vos me podías contar o no de tus amigas, pero yo tenía que decirte todo. Sabés, es la única manera de hacerlos irse antes de empezar a querer a otro hombre, la única manera de que pasen al otro lado de la puerta y nos dejen a los dos solos en la pieza. Es casi como si me hubieras pegado. A mí no me importa pero..
-Por suerte te importa. Si no me estuvieras mirando así te despreciaría. Sos maravillosa, con Rocamadour y todo.
-De qué me sirve que me digas eso.
-Querida, las lágrimas estropean el gusto de la yerba, es sabido.
-A lo mejor también te sirve que llore.
-Sí, en la medida en que me reconozco culpable.
-Andate, Horacio, va a ser mejor.
-Como disto de ser un héroe, me parece mejor quedarme.
-Sos tan cómico a veces... Cuando decís que ya no tenemos nada en común, ponés la boca de una manera...
-Decime cómo hace el amor Ossip
-Lo hace muy bien. Muchísimo mejor que vos, y más seguido
-¿Pero te retila la murta? No me vayas a mentir ¿Te la retila de veras?
-Muchísimo. Por todas partes, a veces demasiado. Es una sensación maravillosa.
-¿Y te hace poner con los plíneos entre las argustas?
-Sí, y después nos entreturnamos los porcios hasta que él dice basta, basta y yo tampoco puedo más. No seas tonto Horacio, te digo que no me he acostado con él.
-Al final me parece que te voy a creer... Nunca nos quisimos.
-No hables por mí. Vos no podés sber si yo te quiero o no. Ni siquiera eso podés saber.
-¿Tan ciego me creés?
-Al contrario, te haría tanto bien quedarte un poco ciego.

la cucharilla me servirá de trampolín III

Que yo sepa, un método eficaz para frenar un coche es el pedal del freno. No quiero pisarlo. No quiero que nadie lo pise por mí, eso me sentaría peor. No quiero frenar mediante un mecanismo que tengo que accionar por mí misma. No, el pedal queda descartado.
El único método eficaz para frenar un coche que me queda por pensar es estrellándolo contra un muro. No, tampoco quiero heridos.

la cucharilla me servirá de trampolín II

¿Qué quiero personas o experiencias?
Quiero todo lo contrario.
¿Qué quiero personas o experiencias?
Quiero lo imposible.
¿Qué quiero personas o experiencias?
Quiero parar.
¿Qué quiero personas o experiencias?
Quiero el pasado.
¿Qué quiero personas o experiencias?
Quiero más años.
¿Qué quiero personas o experiencias?
Quiero hacer limpieza en el cajón. Pero no me atrevo.

lunes, 2 de mayo de 2011

¿Y qué si estamos equivocados?

En ese caso... tú y yo ya perdimos hace tiempo.
Te postquiero; te amo.

domingo, 1 de mayo de 2011

Yo también tengo mi co-razón.

Sé lo que pasa cuando pasa por delante; pasa el olor a colonia nueva de los últimos días, a ópera de Mozart mientras fuera llueve, colores azules en los ojos y el pañuelo, pasa una sonrisa y una niña en converse desaliñada pasa con él. Ya me sé eso de que es demasiado grande, pero lo que no saben es que nosotros las distancias las salvamos con puertas de hotel. Y sí, es cierto eso de que es demasiado grande, grande lo que pasa por mi cabeza cuando le veo y no le veo, le escucho y me imagino escucharle. Que me sé de memoria el sonido de sus "no" que significan "sí", la imagen de su barbilla sonriendo, sus ojos de "lo siento" o su cara de "basta". Me sé de memoria los latidos, la conversación de cada tarde, el ruido de su coche que aparece a contraluz desde su esquina hasta la mía. Me sé de memoria su increible capacidad para fabricar amigas, el susto que me da el móvil con su tono de llamada, la prisa por cogerlo y (a veces) también me sé de memoria el sentimiento de desilusión cuando el que llama no es él. Y aunque no me sepa muy bien (o haya veces que se me olvida) intento recordar la contraseña de sus entrañas, para dejarle siempre calado por dentro, y quisiese aprender cómo poder jugar con él sin pasarme, para hacerle (siempre) un poquito más feliz. Mientras tanto, no me digais que también teneis razones, porque también lo sé, porque ya me las sé, igual que me sé de memoria el reflejo dorado que tiene mi pelo al sol. No me hableis de sentimientos porque yo también los siento. No me hableis de razones porque no las teneís. Habladme de co-razones. Yo ya os he explicado la mía.