sábado, 2 de octubre de 2010

Las sinrazones de la Maga

La técnica consistía en citarse vagamente en un barrio a cierta hora. Nos gustaba desafiar el peligro de no encontrarnos, yo concretamente tenía miedo de pasar la tarde sola, enfurruñada en un café o en un banco de la plaza, leyendo un libro-más. La teoría de "libro-más" era de él, pero para mí casi todos los libros eran libro-menos, quería aprender, quería que me enseñase, tenía sed de conocimientos, de verdades, de conocer más sobre esos nombres que me hacían saltar cuando se nombraban en el Club. Sus vagas tendencias intelectuales se resolvían en meditaciones sin provecho y cuando le pedía ayuda, (una fecha o una explicación) me las proporcionaba sin ganas, como algo inútil. Entonces yo le contestaba resentida: "pero es que vos ya lo sabés".
Citarse vagamente en un barrio a cierta hora.
A él lo fascinaban las sinrazones de la Maga; su tranquilo desprecio por los cálculos más elementales. Lo que para él había sido análisis de probabilidades o elección, se volvía para ella simple fatalidad.
-¿Y si no me hubieras encontrado? -le pregunto la Maga.
-No sé, ya ves que estás aquí...
E inexplicablemente la respuesta invalidaba la pregunta.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario