sábado, 2 de octubre de 2010

Quería ins-tru-ir-se

La primera vez fue en un hotel. Algo había que hacer con el hielo del suelo, el olor a invierno... Yo pretendí inocentemente hacer literatura, quedarme al lado de la ventana fingiendo mirar la calle mientras que él se decidiese a dejar de disimular. No estaba haciéndo literatura, estabamos haciendo arte, porque la pieza del hotel se convirtió en un cuadro cuyos personajes están cada uno en una esquina roñosa de habitación, disimulando que no saben lo que hacer. Se dejó la cartera en la mesa, se sacó los cigarros, se miraba a la calle, se fumaba aspirando hondo el humo, se hacía un comentario sobre el empapelado, se esperaba (evidentemente)... Se dejaron que ocurriesen todos los movimientos para que el hombre interpretase su mejor papel; la iniciativa.

Mate argentino

Se llegó a saber así que la Maga quería aprender; quería ins-tru-ir-se. Y él, puesto que nunca se alcanzaban porque en pleno diálogo eran tan distintos y andaban por tan opuestas cosas (y eso ella lo sabía y lo comprendía muy bien) entonces la única posibilidad de encuentro estaba en que él la matara en el amor, donde ella podía conseguir encontrarse con él, en el cielo de los cuartos de hotel...

1 comentario:

  1. el hombre y la iniciativa, jamás comprenderé porqué, de hecho el hombre y la iniciativa es ya como un tópico...

    bueno aunque no sean tuyos los cuentos, en efecto, eres la soñadora y estoy seguro que puedes escribir cosas maravillosas (sin conocerte, pero estoy seguro), no como yo que nosé ni lo que hago pero bueno, yo lo hago.

    ResponderBorrar