martes, 5 de octubre de 2010

No eran celos hasta que no lo sentimos los dos


"Te voy a tener que romper la cara"

A mi nuevo amigo, el extranjero, le gustaba (por así decirlo) mi amante, con el que tenía una especie de relación persecutoria, a mi amante le hacían gracia los misterios baratos con los que mi amigo envolvía sus orígenes y sus modos de vida y también le divertía que estuviera enamorado de mí y creyera que él no lo sabía, y los dos se admitían y se rechazaban en el mismo momento. Jugaban mucho a hacerse los inteligentes, y todo por intentar demostrarme cuál era el mejor de los dos, y yo les miraba con una especie de humilde desesperación... El nuevo me acarició el pelo, y yo agaché la cabeza; sabía que así habría comenzado una guerra. "Ya está" pensó mi amante...


"Ya está, tenía que ser. Anda loco por esa mujer, y se lo demuestra así, con los diez dedos. Cómo se repiten los juegos. Calzamos en moldes más que usados, aprendemos como idiotas cada papel más que sabido. ¡Pero si soy yo mismo acariciándole el pelo! Te voy a tener que romper la cara, pobre amigo mío. Sin ganas, sin lástima, como eso que está soplando Dizzy..."

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