martes, 12 de octubre de 2010

No hables por mí

Desde que te conocí no he tenido otro amante
-Siempre me sospeché que acabarías acostándote con él -me dijo-. Por favor lavate las manos bien y sacá toda esa porquería de ahí.
-Enseguida -dijo la Maga
-En fin. De todos modos me podían haber avisado. Ahora voy a tener seiscientos francos de taxi para llevarme mis cosas a otro lado. Y conseguir una pieza, que no es fácil.
-No tenés por qué irte ¿hasta cuándo vas a seguir imaginando falsedades?
-Imaginando falsedades.
-Ya no llora más -dijo la Maga de su hijo enfermo-. Hablemos bajo, va a dormir muy bien con la aspirina. Yo no me he acostado para nada con nadie.
-Oh, sí que te has acostado
-No. ¿Por qué no te lo iba a decir? Desde que te conocí no he tenido otro amante que vos. No me importa si lo digo mal y te hacen reír mis palabras. No sé decir lo que siento.
-Bueno, bueno. Será que tu hijo te cambia.
-Pero mi hijo está enfermo.
-A mí los cambios me parecieron de otro orden. En realidad ya no nos aguantamos demasiado.
-Vos sos el que no me aguanta. Vos sos el que no aguantás a mi hijo.
-Eso es cierto, el chico no entraba en mis cálculos. Tres es mal número dentro de una pieza. Pensar que con el odioso extranjero somo cuatro, es insoportable.
-Él no tiene nada que ver. ¿Por qué me hacés sufrir, bobo? Ya sé que estás cansado, que no me querés más. Nunca me quisiste, era otra cosa, una manera de soñar. Andate, no tenés por qué quedarte. A mí ya me ha pasado tantas veces...
-Conocerte y oír enseguida la historia del negro es todo uno.
-Tengo que decirlo, vos no comprendés.
-No lo comprenderé pero es fatal.
Sos maravillosa, con vuestro hijo y todo.
-Yo creo que tengo que decirlo aunque sea fatal. Es justo que uno le diga a un hombre cómo ha vivido, si lo quiere. Hablo de vos, no de él. Vos me podías contar o no de tus amigas, pero yo tenía que decirte todo. Sabés, es la única manera de hacerlos irse antes de empezar a querer a otro hombre, la única manera de que pasen al otro lado de la puerta y nos dejen a los dos solos en la pieza.
-Primero el negro.
-Sí, primero el negro. Después Ledesma.
-Ledesma, claro.
-Y los tres del callejón, la noche del carnaval.
-Por delante
-Y monsieur Vincent, el hermano del hotelero
-Por detrás
-Y un soldado que lloraba en un parque
-Por delante.
-Y vos.
-Por detrás. Pero eso de ponerme a mí en la lista estando yo presente es como una confirmación de mis lúgubres premoniciones. En realidad la lista completa se las habrás tenido que recitar al otro.
-No hay otro. Es casi como si me hubieras pegado... A mí no me importa pero...
-Por suerte te importa. Si no me estuvieras mirando así te despreciaría. Sos maravillosa, con vuestro hijo y todo.
-De qué me sirve que me digas eso...
-A mí me sirve.

-Nunca nos quisimos -le dijo besándola en el cuello.
-No hablés por mí -dijo la Maga cerrando los ojos-. Vos no podés saber si yo te quiero o no. Ni si quiera eso podés saber.
-¿Tan ciego me creés?
-Al contrario, te haría tanto bien quedarte un poco ciego.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario